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sábado, 28 de diciembre de 2013

Las dos niñas

   Entonces las dos niñas entraron en el Mercadona.
   Al rato, salieron. Habían comprado bolsas de patatas (oh, manjar) y las llevaban en las manos.
   Y se acercaron, al hombre moreno que pedía dinero en la puerta , con un vaso, y se las dieron. Y él les dio las gracias.
   Y ya está.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Jessica Pérez, atrapada

   Cada diente surgía...por un lugar distinto de la encía, y apuntaba en una dirección. La pala izquierda se había partido y el trozo que quedaba era puntiagudo. Los labios brillaban. Gloss barato. Sabor fresa. Los ojos eran pequeños y estaban muy juntos, detrás de sus gafas rosas, debajo de las cejas gordas. En una cara redonda y blanca, rematada por la media melena negra y grasienta.
   El cuerpo era una masa blanda y pesada, cubierta por un pantalón pitillo blanco, una camiseta fucsia y una chaqueta de chándal, todo ello forzado hasta el límite de su elasticidad. En su muñeca, un gran mazo de pulseras de plástico. Las uñas azules brillantes.
   Olía intensamente a sudor y a mugre. Al pasar, dejaba ese rastro.
   Vivía en un laberinto rectilíneo, con los pasillos llenos de niños chillones, estridentes, vampíricos. Año tras año. Nuevas caras, misma historia. Mismas palabras.
   Y el tiempo pasaba, sin que pasara nada.
   Miró por la ventana. Miró al cielo. Le gustaría volar. Pero no podía. Se impone siempre la ley de la gravedad... Y, bueno, ella pesaba mucho.
 
 

domingo, 17 de noviembre de 2013

Una clase de bachillerato

   La reina de Blancanieves... siempre cuenta esas historias. Tan penosas. Tan diferentes del Barça.
   En la última fila, sus alumnos esconden los móviles en los estuches. En la primera toman apuntes, casi compulsivamnte. O sin el casi.
   - Psst... ¿que morimos cuándo, ha dicho?
   - Cada día.
   - Oc.
   Y ella machaca un chicle con furia, entre sus dientes amarillos, y habla con una chulería extraña. Hay que verla.
   La reina de Blancanieves, que tiene la piel muy blanca, los ojos verdes.
   - ¿Que las apariencias engañan?
   - Sí.
   Es una joven vieja. Fina y bella. Blanda y fea.
   - ¿La contraqué?
   - La Contrarreforma.
   - ¿Y eso qués?
   - ¡Quia, eres una puta pesada! ¡Atiende!
   - Vaale chica, no te pongas así... aish...
   El humo le ha estropeado un poco la voz. Tose.
   Tiene maneras de actriz, y gesticula, y parece que ella misma vaya a desenvainar una espada, en cualquier momento. Lee un poema, en voz alta y se emociona. Entonces hace una pregunta.
    En la última fila, sus alumnos esconden los móviles en los estuches. En la primera, alguien rápidamente responde algo. Hay quien escucha, hay quien no. Algunos suspenderán, otros van a aprobar y habrá quien saque un diez, pero ¿alguien oye lo que escucha?
 
 

sábado, 2 de noviembre de 2013

1 de noviembre

   Todo el mundo está de resaca.
   Y yo en el cementerio.
   Una gitana besa el cristal de una tumba. Advierte mi presencia y gira el ojo hacia mí, sin despegar los labios. Yo no debería estar ahí. Desaparezco. O lo intento.
   Las hormigas son enormes. Pero no tengo miedo. He crecido.
   ¿Este año fucsia? Las modas llegan y pasan. El rojo y el blanco son los colores. De los claveles. Es hora de buscar un nombre.
   Mi madre está limpiando la lápida. Mi abuela atiende. Mi hermano la coge del brazo. Hace calor.
   Los cipreses... el cielo.
   Hay lápidas limpias. Hay lápidas sucias. Hay lápidas sin flores. Al menos quedan los nombres...
   Bueno, no siempre. Hay por allí huesos sin nombre. Huesos revueltos. Que a veces brotan. Cráneos que decoran las habitaciones de algún quinceañero de uñas negras... madre mía...
   Si ellos estuvieran hoy aquí, ¿que pensarían?
 

martes, 1 de octubre de 2013

Hola, buenas

   Mi hermano estaba en el parque con sus amigos cuando pasó una mujer paseando un hurón, un cerdito blanco y un cerdito negro. Según averiguaron, escuchando atentamente las conversaciones de esa mujer, uno de los cerdos se llamaba Cherry y el otro Pinky, o algo así. Ahora mi hermano y todos sus amigos suspiran por tener cerdos.  Dicen que han encontrado uno por internet que vale un euro. Pero sus madres arruinarán su sueño.
 
    Lo sé, es penoso.
 
    Sí, me aburro.
 
    Sin embargo esto que cuento es verdad.
 
 

lunes, 16 de septiembre de 2013

El retorno


  En septiembre toca volver, así que aquí me tienen.
  Algo les tendré que contar ¿no?.
  Hace pocos días que volví de Londres. Igual podría hablar de Londres.
  No, me parece que no.
  Ni una semana es tiempo suficiente, ni por supuesto, un viaje turístico la circunstancia adecuada, para emprender la ardua tarea de encontrar en esa maldita ciudad algo que merezca ser contado en este blog. Es una puta lucha contra los elementos.

  En fin, menos mal que las cosas son diferentes aquí en casita. No hay ni que moverse del sofá, el mismísimo telediario te facilita, con total naturalidad, (incluso ahora, en los tiempos de la Marca España, ya saben) tropecientas historias ideales para esta página.

  Mi preferida es la de Madrid 2020. Lo tiene todo. Tiempos de crisis, en los que la ilusión despierta fácil. Un plan grandilocuente. El optimismo avasallador, inevitablemente contagioso (e injustificado) de los medios de comunicación. Peleas a sangre y fuego en las redes sociales.
   Incertidumbre, emoción.
   Se acerca el desenlace y la cosa alcanza su clímax con el discurso de la alcaldesa de Madrid. Esa señora no sabe inglés, sabe que no sabe inglés, pero disimula (mal) animando con entusiasmo a tomar una relaxing cup of café con leche en la Plaza Mayor.
   Obviamente, no cuela. ¿Había alguna posibilidad?
   La derrota no es nada comparada con esa indescriptible escena.  Simplemente épico... Auténtico plástico. A nosotros nos engañaron, pero en realidad era una muerte anunciada. Ganó Tokio.
   Pocos días después los diputados empezaron el curso con goteras en el congreso. Alguien tuiteó "la democracia llora". Una delegación japonesa, que por ahí andaba, inmortalizó el momento con sus iPads. Joder, no se me habría ocurrido remate más efectivo.

   No me queda espacio para hablar de lo de Cataluña, así que lo dejaremos para la próxima. Demasiado que decir en poco tiempo. Y en tres días empiezo el curso, así que prepárense.
 
    Blog, sweet blog...

jueves, 4 de julio de 2013

Cerrado por vacaciones

 Puede que hasta septiembre, puede que por siempre. Aún no lo sé. Pero nos volveremos a encontrar, eso seguro. Muchas gracias y hasta la próxima.

lunes, 24 de junio de 2013

La profesora de ciudadanía. Capítulo 2.

   Lo del debate fue idea suya. Había que diseñar una ciudad ideal, partiendo de la Huesca actual. Era una competición por grupos, a nivel de todo el curso. Los grupos ganadores de cada clase tenían que presentar sus proyectos en el salón de actos. Micrófono en mano, ante casi doscientas personas. Con toda la parafernalia. Después, debate y votación. Sólo podía quedar uno, y tal.
   Los dos profesores de filosofía, ella y el nuestro, estaban picados. Ambos querían ver ganar a los grupos de las clases a su cargo.
   Llegó la hora de las presentaciones. Resultó que las clases de ella lo hicieron fatal. Buenas intenciones vacías. Discursos desganados y llenos de obviedades. Nuestra clase y la otra, en cambio, mostraron proyectos más sólidos. Yo estaba de los nervios, pero caí en gracia.
   Después de presentar, hubo un descanso. Ella se acercó a mí, sonriente, como cuando me saludaba por los pasillos y me felicitó por mi simpatía. Aún desconocía mi nombre.
   Llegaron los debates. Bueno, se me ha olvidado decir que yo era la responsable de educación de mi grupo. Había planteado un montón de reformas, pero mis rivales le prestaron atención, sobre todo, a un detalle, mi propuesta de eliminar, entre otras muchas, la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Por ahí me llovieron los palos, así que me pasé medio debate, o más, defendiendo mis ideas al respecto. Esto es, que la asignatura es totalmente inútil y que la ética ha de enseñarse constantemente, en la clase de biología, en la clase de historia, en la clase de economía y en el recreo, sobre todo en el recreo. Salí bien parada y la mayoría me apoyaba, pero ella, la profesora de ciudadanía, hervía por dentro.
    "Olé tus huevos, pero ojalá no te toque con ella el año que viene" me dijo una compañera. Exageraciones, pensé. Con lo simpática que es.
    Llegada la hora de la votación, mi grupo ganó. Y el otro grupo de nuestro profesor quedó segundo. Y los tres de ella por detrás, muy por detrás.    
     Al día siguiente me abordó por un pasillo, más o menos para pedirme explicaciones por lo de la ciudadanía. Se las dí. Pero la cosa no se quedó allí, después vinieron otras críticas. Según ella, habíamos sido muy tolerantes con el otro grupo de nuestro profesor y nos habíamos ensañado con los suyos, con ideologías más similares a la nuestra. Yo, que no daba crédito, intenté justificarlo sin aludir a la estupidez de las propuestas de esos grupos y a lo vacío y absurdo de sus ideas, en comparación con la solidez de las de estos otros, quizás un poco más liberales. Resultaba imposible explicarlo sin ofender. "Tierra trágame" era lo que pensaba.
   Luego, estudiando en la biblioteca, oí como ella llamaba a mi profesor y le preguntaba mi nombre.
   "Qué, ya me he enterao, que te han fichao"  me dijo riéndose una compañera al día siguiente.
   Me invadía el desconcierto. Todo era muy surrealista. Parecía ser que había traicionado la camiseta verde o algo así.
    Cosas de la profesora de filosofía. No, perdón, de la profesora de ciudadanía. Es que responde al puto prototipo de la Concapa. No es normal...

jueves, 20 de junio de 2013

La profesora de ciudadanía. Capítulo 1.

   Dudar de todo. Cuestionar hasta lo incuestionable. Pudiendo incluso llegar a la demencia. Nada sólido, nada a lo que te puedas aferrar. Un vacío infinito. Eso es la filosofía.
   Ella no es profesora de filosofía. Tal vez, por razones que me resultan un enigma, en algún momento de su vida eligiese esa disciplina, pero hace ya mucho que la tiene abandonada.
   Ella es profesora de ciudadanía. Sus alumnos trabajan como chinos viéndose documentales del Holocausto o del Sáhara Occidental, escuchando y analizando discos de rap o de música étnica, pero jamás he oído a ninguno hablar de Aristóteles o de Kant o de Nietzche. O estrujarse el cerebro con el puto idealismo.
   Ella tiene otras ocupaciones. Por ejemplo, mantener con vida y buena salud la biblioteca de nuestro desmesurado centro, que estaría cerrada sin su presencia. O llenar las paredes de los pasillos de palabras bonitas y de colores fuertes. Animar a sus alumnos a ir a charlas sobre "cómo las feministas lesbianas cambiaron nuestras vidas". Distribuir camisetas verdes a diestro y siniestro. Participar en la edición de la revista del centro y proyectar anuncios de toda índole en los monitores recientemente instalados en las cuatro esquinas.
   Y cómo no, encabezar las manifestaciones contra la LOMCE, empuñando un megáfono blanco en contraste con su cara roja. Y fue allí donde reparó en mi existencia. Viéndome junto a ella en primera línea.
   Un día hubo huelga de estudiantes. Tras manifestarnos un rato, entrar en la universidad a decir cuatro cosas y todo el belén, nos paramos a descansar en la Plaza de Navarra. Nos encontramos con ella y los que éramos de su instituto fuimos a saludarla. "Esto que estáis haciendo... vosotros no os dáis cuenta de lo grande que es..." nos dijo, con lágrimas en los ojos.
    Es proclive a la emoción. Orgullosa de su profesión, llora, por ejemplo, cuando una redacción de un alumno le conmueve. Y se congratula de lo gratificante del trabajo.
    Bueno, a lo que íbamos. Aunque ella y yo apenas habíamos hablado, me tenía vista de las protestas y me guardaba simpatía por ello, saludándome con una amplia sonrisa cada vez que nos cruzábamos por los pasillos. Pero no me conocía. Ni siquiera sabía cuál era mi nombre.
    Y, de hecho, no lo supo hasta después de lo del debate.
                       
                                                                                                                                     CONTINUARÁ...

domingo, 19 de mayo de 2013

Profundizar en la herida

   Levantar muros grises que cierran horizontes. Desde lo alto, escupir al escalador. Y tirarle piedras. Cuantos más caigan mejor. Reír como ratas. Sin vergüenza, y hasta con orgullo.
   Aprobaron la LOMCE.
   Vaya usted a un instituto y pregunte por ella a los alumnos. Duele la indiferencia. Duele el desinterés. No podemos generalizar, claro. Muchos gritamos en las plazas.
   Hundir el dedo en la llaga. Profundizar en la herida. Reír como ratas.
   Vea usted el informativo. Vea el que más rabia le dé. De cualquier color, lo prometo. No escuchará acerca de las reválidas, de las evaluaciones externas, de los ránkins que se van a elaborar ni de sus consecuencias en la financiación de los centros. Le hablarán de religiones y de lenguas. Nadie hablará del colegio del barrio de las afueras. Nadie pensará en el chaval que está peleando, que lo tiene más difícil que usted y yo. Nadie hablará del maestro verdadero que está allí por deber, no por obligación. Ese silencio clama al cielo.
   Selección natural. Lucha desigual. La vida es así. Reír como ratas.
   De forma explícita se fomenta la competitividad. Algo oí sobre la excelencia. Qué bella palabra. Su pronunciación me provoca arcadas. Tengo experiencia.
   Cuesta, cuesta mantener la fe. Pero aún se puede. Porque esta ley nació condenada, como un feto malformado. Vivirá unos tres años, quizá más, quizá siete. Demasiados, pero es consuelo que no vayan a ser más, supongo. Después habrá que tomarse las cosas en serio. Porque esas risas desde lo alto cada vez son más difíciles de soportar.  

sábado, 4 de mayo de 2013

Lejos del filo

   Llevo demasiado tiempo sin publicar, creo. Ya toca, así que aquí estoy, sin inspiración, intentando pensar en algo interesante que contarles.
   Veamos. ¿Qué ha pasado desde mi última entrada?
   El Primero de Mayo, por ejemplo. Ciudad pequeña. Sol suave. Día agradable. En la manifestación alternativa a la de los grandes sindicatos marchaban algunos punkis de mala vida con sus perrazos. Jóvenes estudiantes, de los autodenominados antifascistas, enarbolaban banderas republicanas, comunistas, independentistas o de la CNT. Pero el grueso del grupo lo formaban, como es habitual, intelectuales y/o funcionarios, cuya media de edad eran unos cuarenta años. No, cincuenta. Esa generación. Gritaban que el pueblo estaba en la calle, y recordaban su fuerza.
   Claro, todo esto del pueblo, como siempre, sonrojaba un poco. Todos los lemas antiguos. Porque la verdad es que al pueblo no se lo ve, y tal vez el que esta jodido de verdad siempre lo ha estado, o todo esto le resulta ajeno, por los motivos que sea, o bien tiene tragaderas o ve salidas o no se siente aún cerca del filo. Porque en conjunto, y salvo excepciones como los preferentistas o los desahuciados, debemos de estar muy lejos del filo.
    Pero lo malo es que nos acercamos cada vez más a él, lentamente y con la tontería quizás lo alcancemos. Continuarán apretándonos las tuercas. Las manifestaciones seguirán siendo una excentricidad de gente guay o de adolescentes que pertenecen a grupos radicales con tintes de tribus urbanas, gente con ganas de lío, o de sindicalistas viejos. Y la apisonadora continuará su camino sin impedimento alguno. Y unos pocos, cada vez más, seguirán protestando. Pero la gente, el pueblo, seguirá pasando de todo. Por este camino se va a la desesperación. Al llegar, la gente se preguntará como coño hemos ido a parar allí. Entonces, la reacción. Ya tarde, ya con mucho rencor acumulado. Ya porque no queda otra. Y todo estallará en mil pedazos.
   Aún estamos lejos. Muy lejos. No creo ni que lleguemos. Pero cuidado, hostia. Porque seguimos ese rumbo. Girar depende de todos.

domingo, 21 de abril de 2013

Estudia ciencias, si puedes

   "Tú deberías estar en ciencias" me dijo una compañera de clase. "¿Por qué?" pregunté con desconcierto. La respuesta fue tan rotunda como preocupante "Porque tú vales".
 
   Meses antes de empezar el curso, una profesora que me apreciaba y deseaba mi bien había intentado convencerme de que escogiera la opción científica. A pesar de que puso en ello un esfuerzo sincero, me negué.
    Entre sus argumentos, estaban los siguientes: "Tú eres inteligente, tienes capacidad para sacarte el bachillerato de ciencias, hacer cualquier otra cosa sería desaprovechar esta capacidad. Una lástima." O bien: "En ciencias te vas a encontrar un ambiente positivo, de gente trabajadora, realmente interesada en estudiar, que te permitirá rendir al máximo. En letras te rodearás de vagos, lo cual hará que te relajes y te abandones". Por supuesto, también me decía aquello de que "Ciencias tiene más futuro".
   No eran opiniones extrañas. Ni alejadas de la realidad. De hecho, mi decisión fue entendida, entre algunas personas, como una especie de suicidio académico. Porque en general, la consigna es: "Estudia ciencias, si puedes." Y así nos va.
 
   Los mejores estudiantes hacen ciencias. Y estoy pensando que tal vez esto tenga algo que ver en el hecho de que domine nuestras vidas una lógica aplastante, impecable.
   Los vagos y menos capaces hacen letras. Porque no les queda otra opción, se supone. Y tal vez por eso, se postran, impotentes y serviles, ante dicha lógica, o bien proponen alternativas absurdas.  
   ¿Y a los que nos empeñamos en ir donde no nos toca, qué nos espera?
   Pues puede que un día, nos encontremos tirados como colillas en algún hediondo callejón de barriada, y cueste levantarse, mientras las manchas de sangre se extienden lentamente por la tela del sucio y triste y ridículo disfraz de superhéroe. Y entonces nos demos cuenta de que, efectivamente, nos equivocamos. La cagamos.
 
   Pero no tiene porqué ser así, joder. No tiene porqué.











viernes, 29 de marzo de 2013

La espada y el escudo


   En la hora de la verdad, descubriremos si la espada y el escudo están bien forjados. Algunos sospechan que son de plástico. 
   Nadie duda, en cambio, de la autenticidad de las fauces del lobo.


miércoles, 27 de marzo de 2013

La orden 21

   Un domingo de mayo.
   Un día asquerosamente húmedo en Malasia.
   Había llovido durante las primeras vueltas de la carrera. La pista se había vuelto resbaladiza, para después volver a secarse. Por lo demás, imagino que Mark Webber apenas sería consciente del clima. Encajado en la cabina de un bólido Azul de Prusia que hacía avanzar a más de doscientos kilómetros por hora, debía sufrir el embate de fuerzas increíblemente poderosas. La presión casi asfixiante sobre su pecho lo mantenía pegado al respaldo, mientras los brazos aferraban un volante con el que controlar a la bestia. A cada curva, una serie de aparatos se aseguraban de que el brusco giro no pudiese quebrar su poderoso, tenso cuello. El corazón palpitaba veloz. Los números operaban en su cabeza, las órdenes llegaban de la radio y las amenazas del retrovisor, las oportunidades estaban enfrente, por lo que debía pensar siempre rápido y frío.
 
   Restaba poco para el final. Webber lideraba la carrera. Tras él iba su compañero de equipo, el joven alemán Sebastian Vettel. Ambos mantenían una amplia distancia con el resto, sólo les amenazaba ya la fatal posibilidad de un accidente, que sin embargo, en esas circunstancias era fácil de prevenir. El equipo les aconsejó que bajaran las revoluciones, por cautela.
   Así lo hizoWebber.
   Vettel no. Por algo era campeón del mundo. Aprovechó.
   Antes, ya se había quejado por radio de la lentitud de su compañero.
   Webber vio en el retrovisor el coche del alemán, dándole alcance raudo, igual que se ve emerger un tiburón de las aguas. Sorprendido, debió sentir el ascenso de la rabia amarga por sus entrañas, aunque no creo que el corazón pudiera acelerársele más. Dolido por la traición, furioso, se defendió con uñas y dientes.
 
   La batalla fue despiadada. Los ingenieros, incrédulos, se llevaban las manos a la cabeza. Ante el riesgo de un choque que lo mandase todo a tomar por culo, instaron a Vettel a que detuviese aquel ataque. Su actitud violaba la orden 21. Caso omiso. Poco después, el agresivo piloto logró su objetivo. Tras arriesgadas maniobras, adelantó a su compañero. Ganó la carrera.
    Una vez obtenida la victoria, el indisciplinado piloto se disculpó.
    Un bloguero especializado de El Mundo escribió que tal disculpa era una muestra de debilidad. Que Vettel debía sentirse orgulloso de lo que había hecho, porque era el mejor.
    Parece que la agresividad, la osadía, el egoísmo, la ambición y quizás el hijoputismo son atributos útiles para llegar a campeón. Algunos comentaristas consideraban lo sucedido perfectamente lógico, y llamaban infantiles e ingenuos a quienes criticaban a Vettel. De acuerdo pues. Es lógico. ¿Quién soy yo para dudarlo?
    Pero téngalo usted en mente cuando un tipo de estos cobra millones por una publicidad en la cual el banco anuncia su "mentalidad ganadora".
 
   Que luego nos extrañamos.

lunes, 25 de marzo de 2013

La "choni"

   Nació en una familia, hasta donde yo sé, estructurada, en nuestra pequeña ciudad de provincias. El padre tenía una empresa. La madre era maestra. Pasó los años del colegio sin pena ni gloria.
 
  Al llegar al instituto, con doce años, se le ocurrió, por las buenas, hacerse gótica. Se pintaba los ojos muy negros y llevaba collares de pinchos, y caminaba por ahí muy seria. Combinaba la indumentaria oscura con forros polares, chándales, o auriculares rosas baratos. Resultaba desconcertante. Pero bueno, no era más que una forma de vestir. Fea y llamativa. Pero a esa edad nadie tiene un look de revista.

  A los trece se enorgullecía de haberse follado a su primo y a un negro en un fin de semana.
  Paulatinamente fue pasando de lo gótico a lo choni, lo poligonero. Hizo nuevos amigos, o eso creyó. Empezó a fumar porros como una posesa. Decía que, cuando fumaba, oía tres voces en su cabeza. Una le pedía que dejase de fumar, otra le sugería locuras, como suicidarse o matar a alguien, y una tercera no paraba de reír.
  Ella misma no paraba de reír. Tenía un rostro porcino, la excesiva raya de ojos le daba un aire maléfico, sus hombros eran anchos para mujer y tenía vello negro a lo largo de toda la espalda y en el culo, cuya mitad superior siempre quedaba a la vista, junto con el ínfimo tanga, entre la chaqueta y el pantalón.

  Con quince años proclamaba que quería ser puta. Les contaba a sus compañeras que había quedado con tres gitanos para follar, y que le iban a pagar tanto.
   La gente normal se alejaba de ella. Lo había buscado.Se dedicaba a relatarle a cualquiera detalles obscenos de su vida sexual, real o ficticia (siempre quedará la duda). Su lenguaje se había vuelto extremadamente vulgar, con un escaso vocabulario lleno de palabras gitanas y exclamaciones. Al menos un coño por frase. Acompañaba esto con gestos vehementes propios de un rapero del Bronx. Nunca cambiaba de registro, con este mismo lenguaje se dirigía al profesor de literatura. Se solía sentar en clase con las piernas abiertas, los brazos cruzados y la capucha puesta. Mascando chicle descaradamente.
 
   La droga o las compañías la habían vuelto inestable. Su humor cambiaba en segundos. Si no te tenía respeto, es decir, si te dignabas a hablarle, te podía meter una hostia por menos de nada.
   Este verano, con dieciséis, llevaba una pulsera con el nombre de su novio, un toxicómano de diecinueve años, ingresado en el Proyecto Hombre. Denunciado por malos tratos a su propia madre. Lo contaba entre risas y coños. Su boca emanaba un aliento fuerte y un olor a porro que tiraba para atrás.
 
   Nació en una familia, hasta donde yo sé, estructurada, en nuestra pequeña ciudad de provincias. El padre tenía una empresa. La madre era maestra. Pasó los años del colegio sin pena ni gloria.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Pavo real

   Leyendo una página de cotilleos, mi madre se hace esta pregunta en voz alta: "¿Cómo vestirse para una misa pontifical?"
   Mi hermano le resuelve la duda inmediatamente: "Como un pavo real."
   Mi madre muestra su desacuerdo: "Jo, pues con lo que ocupan las colas de los pavos reales, no cabrá mucha gente en San Pedro." "Yaa..." mi hermano se encoge de hombros.
    Qué se le va a hacer, es la tradición.

sábado, 16 de marzo de 2013

Pagar por el Whatsapp

  Sí, señores y señoras, hay que empezar a pagar por el Whatsapp (mal escrito, lo sé). El primer año es gratis, de prueba, pero luego ya toca soltar la pasta.
  Un euro al año, creo. Uy, perdón. Ochenta y nueve céntimos. Luego hay otras tarifas. Dos euros y cuarenta céntimos por tres años, por ejemplo. Una fortuna, sin duda alguna. ¡Y con la que está cayendo! 
   Pequeño drama nacional.
   Afortunadamente no todo está perdido. Hay alternativas, otros servicios de mensajería. El Line por ejemplo, que se ofrece gratis forever and ever.
   Uy, por cierto, y digo yo¿y cómo se mantiene una empresa que ofrece sus servicios gratis forever and ever?
   Les cuento. Lo de gratis es relativo. Cuando uno se descarga tanto el Whatsapp como el Line, o cualquiera de esas aplicaciones tan necesarias para la vida, autoriza a la empresa fabricante a tener acceso a sus llamadas, sus SMS, sus datos almacenados... en resumen, a todo el contenido de su teléfono. El negocio, según parece, está en vender esta información a las agencias de publicidad para que le anuncien a través de internet justo el pantalón que estaba buscando. Este fin no tiene nada de malo. Pero sí que es preocupante que creamos que nuestra información personal no vale nada. Que la demos alegremente a cambio de un servicio que luego consideramos que nos ha salido gratis. La conclusión es: merece más la pena indignarse cuando te exigen ochenta y nueve céntimos al año que cuando te exigen saber dónde vives y donde estás en cada momento, a quién llamas y cuándo, acceder a tus vídeos, tus fotos, leer lo que opinas, lo que les dices a tus amigos, la música que escuchas y todas esas cosas irrelevantes.
   Hace poco leí a alguien muchísimo más instruido que yo referirse a este tema en un espacio mucho más respetable que éste... diciendo que se notaba que no habíamos leído a Orwell.

miércoles, 6 de marzo de 2013

En círculos

-Si el coche es cada vez más rápido, más eficiente, más fuerte, poderoso y bello, más confortable, y el conductor está cada vez más preparado,¿cómo es posible que siga girando en círculos? 
- Igual que lo hacen la Tierra o la Luna, desde que nacieron hasta que mueran... Simplemente es así... Supongo.
  

sábado, 23 de febrero de 2013

La vida es así.

   Y le dejó allí. Sólo, abandonado en medio de la nada. Tal y como se disculpaba el amante infiel de la horrible canción "El jardín prohibido", así se disculpó él: "Lo siento mucho, la vida es así, no la he inventado yoo". Pero...

 

sábado, 16 de febrero de 2013

Forever young

   Siempre jóvenes, ya saben ustedes. Rebeldes y soñadores. Fuertes y atrevidos. Descarados.Vivían el momento. No les preocupaba el futuro. Decían lo que pensaban, y si a alguien no le gustaba, que se jodiera. Se sentían diferentes. Pero eran fuertes. Confiaban en sí mismos. Sabían que nada podía alejarles de sus sueños. Les asqueaba el mundo de los adultos. Por suerte, jamás vivirían en él... Papá estaba allí para eso.
                                       

miércoles, 6 de febrero de 2013

Rayos y centellas

   Rayos y centellas. La carrera de ratas no tiene meta, o cuando llegas a ella esta se aleja un poco más. Gana el rápido. Gana el listo. Hay quien parte con ventaja. Vale todo.
   El campeón se dopaba. Da por pensar que la limpieza es la excepción entre los campeones, que lo son porque es su prioridad. Ascenso y caída. Hollywood prepara adaptación.
   Territorio nacional. Esos papeles que se han publicado, falsos salvo alguna cosa. El duque, empalmado. El kamikaze, indultado. Buenas relaciones, la suerte sonríe.
   Carne de caballo en las hamburguesas. Sangre en este ordenador, y en el de usted lector.
   Huelga de estudiantes. ¿Qué? ¿Cómo? ¡Genial! Vamos de compras a la capital y almorzamos en el Burguer King. ¡Viva el futuro de España! Las aulas están vacías, dice la portavoz. Qué más da quien haya en la plaza del gobierno, y quién en la hamburguesería.
   La podredumbre se oculta bajo bellas máscaras de plástico. Es un gesto altruista, para que no suframos.  
   Los deportistas son los héroes. El ejemplo, la inspiración. ¡Viva la carrera de ratas! Ay de ti como te tropieces. Es lo que quiere el señor Wert. Parece que es lo que queremos nosotros.
   En algún lugar oí que rata come rata.
 

viernes, 1 de febrero de 2013

La dinamita

              La dinamita ya estaba puesta de hacía tiempo. Sólo faltaba que viniese el fosforero.


lunes, 28 de enero de 2013

El límite de la oscuridad

   El límite era limpio y claro.
   Un rotundo tajo de carnicero. A un lado estaba el río, cristalino. Detrás el pueblo. Las casas eran blancas. Los niños corrían por las calles empedradas. Los rebaños pastaban en los prados verdes. Entre montes, el horizonte. Lejano.
   Al otro lado, nada. Oscuridad. Negra y profunda. No llegaba luz a las entrañas del bosque. Desde cerca, casi desde el mismo límite, apenas se podían intuir movimientos de sombras.
     Magnética oscuridad. Fantasía de cruzar. A los niños les decían que si lo hacían no regresarían. Se lo decía aquel viejo. Sonrisa socarrona, verbo torpe.
   Las profundidades del bosque guardaban secretos difíciles.
   "Desde dentro te observan..." les decía él mismo.
   El límite era limpio y claro entre luz y oscuridad... Él lo había atravesado alguna vez... Desde luego, eran otros tiempos.
   
    Es decir, ahora ya no había frontera. La oscuridad se mostraba nítida en cualquier parte, en los ojos de aquel que le miraba, a quien todavía le costaba dejar de ver como a un niño. Reflejada en sus propios ojos verdes de gato. Él nunca agachaba la cabeza, aguantaba la mirada, y al final ninguno tenía cojones de aguantársela a él. Era viejo, pero seguía siendo fuerte.
    Y en la mano un tacto frío de metal.
    Apuró el último vaso en el bar de siempre. "Esta noche no dormiré" presintió. Había regresado el insomnio. De todas formas, dormir mucho no estaba en su naturaleza. Salió a la intemperie helada, bajo la luz de la luna llena. La edad había endurecido sus rasgos más si cabe.
    Comenzó a caminar.
    Lo hacía sin darse cuenta, casi por instinto.
    En el fondo era un tipo de sangre caliente, aunque hubiera aprendido a tragarse los sentimientos. Curiosamente, era eso lo que le hacía temible. En fin, el caso es que a veces encaminaba sus pasos hacia allí. Algún grillo y el murmullo del río, y frente a sí la puerta de las sombras, como llamándole. Siempre sucedía a la noche.Y sólo entonces abandonaba su sentido primario, animal, su condena a la vigilia constante y se sumergía en su soledad, en un mundo de imágenes y demonios, mientras paso a paso se acercaba a la frontera negra. Solía llegar y quedarse observando no se sabe qué, sumergido en sus pensamientos, algo muy raro en él.  
    Pero aquella vez, Dios sabe por qué, no fue así. Ensimismado, se disponía a cruzar, a perderse entre las sombras, pero alguien, estupefacto, acababa de decidir que no debía hacerlo. Momentos de estridencia atravesaron la armonía nocturna.
     Dicen que el cuerpo desplomado cayó al otro lado del límite. Murió en la oscuridad.

sábado, 26 de enero de 2013

Nuevos tiempos

   La desconfianza era lógica y natural. De hecho, el recelo era mutuo. Pero a partir de entonces y durante el resto de su vida, iba a tener que aguantarle. Quién sabe. Tal vez hasta terminaran entendiéndose. Al fin y al cabo, un mismo impulso les había llevado hasta allí.

lunes, 7 de enero de 2013

Línea de meta

   Hola.
   Esta es mi primera entrada del año así que, con un retraso brutal, les deseo feliz 2013.
   Nuestro planeta atravesó hace siete días la línea de meta. A ver si esta vuelta se nos da mejor que la anterior. Hay que remontar. Llevo un tiempo sin tener ni idea de lo que voy a hacer con este blog. Escribo esto no porque me haya vuelto la inspiración, sino por dar alguna señal de vida. Hablar de mi vida y mis inquietudes es cansado y aburrido. Filosofar siempre acaba siendo ridículo y pretencioso. Otras opiniones más obvias y cercanas no las quiero ir pregonando por internet. Y la falta de inspiración me impide inventarme nada últimamente.
   Habrá que ver por donde tira esto. Lo dicho, feliz año.