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martes, 5 de mayo de 2015

Verso a verso

Querido poeta

Ayer leí tu twitter y después leí tu blog. He de decirte que escribes muy bien. Eres un tío con suerte.

Parece ser que te gustan las tormentas. No me extraña. Te imagino mirándolas detrás de tu ventana, mientras escribes y te tomas un café, como en las fotos.

Sin embargo, me inquieta pensar en la negrura total, en el perro debajo de la cama, los truenos sonando, y las botas hundiéndose en el barro mientras tú admiras la furia de los cielos.

Cosas mías. Tampoco le des mucha importancia.

Pero es que un escalofrío me recorre la espalda cada vez que dedicas una línea a la belleza de sus ojeras, a la fragilidad de su mundo, a las uñas mordidas o al humo...Y entonces dices que es especial. Como Rubén Darío cuando hilaba esos versos perfectos sobre la princesa, triste niña pálida y tuberculosa.   

Porque escribes tan bien que en mi cuarto las imágenes se hacen carne, y como me falta la inocencia, me muerdo los puños. Y el mundo me da mil patadas, yo le pego un par al sofá. Porque esos ojos que describes son sus ojos, porque son sus labios, su voz, sus palabras. 

Tampoco te creas que yo sé mucho de poesía. Pero algo sí que sé de la belleza, eso seguro.

Y creo que lo bonito son los ojos, no las ojeras. Creo que lo bonito es la mirada, no la noche. Que es más guapa cuando brilla que cuando tiembla. 

Recuerdo cómo todo era bonito en ella, porque tenía esa chispa de las personas excepcionales. En realidad no sé ni como explicarlo y me da rabia, ojalá escribiera tan bien como tú. Esa chispa, querido poeta, no va a apagarse nunca, pero tú la estás ahogando, verso a verso.

Maldito poeta maldito, tal vez nunca sepas quien soy, y desde luego no quiero que leas esto. No soy gilipollas. Hoy escribo como el cobarde que no sabe ni qué hacer. Escribo para aliviarme y con la triste esperanza de que mis palabras corran por internet un poquito más rápido que las tuyas. Ya sabes, para espantar a las musas, o a las que sueñan con serlo.