Etiquetas

miércoles, 15 de agosto de 2012

Eternamente oscurecido

   Se fue encendiendo la luz hasta alcanzar todo su poder y brillo. Llegó para iluminar nuestras vidas con un millón de colores. Se disipó la niebla, y se produjeron explosiones. Gatos y ratones fumaron la pipa de la paz ante miradas atentas, incrédulas, desconfiadas, felices, suspicaces, radiantes o estupefactas de toda la fauna habida y por haber. Y la cosa salió bien. Miles de tonalidades se abrieron paso para dejar atrás, olvidado como un mal sueño, el gris casi negro. ¡Luz! ¡Luz!
   Pero...
   ... no había luz para ti. Todo el mundo lo sabía, aunque nadie lo dijera: Tú eras una criatura oscura. Se intuía en tu mirada. La oscuridad había estado adhiriéndose a tu piel durante años, hasta formar un barniz impenetrable que te "protegía" de toda luz, de todo color que no fuese negro. Era tu vieja compañera de viaje, y a ti no te abandonaría, aunque la luz la desterrara de todo lo demás. Así que mientras paseabas entre jóvenes rostros despreocupados, colores que brillaban a tu alrededor, niños que jamás conocerían la oscuridad, la alegría sólo dio en tu arrugado rostro para una media sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario